La carencia de orientación vocacional 2
En la parte anterior había comentado cómo fue el proceso de inscripción al examen para ingresar el bachillerato, las escuelas existentes en la Ciudad de México y su zona conurbada, las personas que nos brindaron dicha información, los problemas familiares generados por mi bajo rendimiento escolar, etcétera. Aquí les narraré cómo me fue en ese examen y lo que sucedió después.
Contesté las 120 preguntas como pude, no había estudiado absolutamente nada; como mencioné en el blog anterior, ese examen era un teatro para guardar apariencias ante mi familia porque era alumno irregular en la secundaria, corría el riesgo de reprobar siete materias; y por lo tanto, repetir el tercer grado, así que independientemente del resultado, no entraría a ninguna institución de bachillerato. Al salir del recinto donde aplicaron el examen me sentía relativamente tranquilo, aunque todo fue una farsa sentí que obtendría resultados aceptables como para tener un lugar reservado en la lista de opciones académicas elegidas con previsión, luego mi madre me preguntó cómo me había ido, le respondí que bien, ahora solo faltaría esperar casi dos meses para consultar los resultados en una gaceta que estaría a la venta en los puestos de periódicos, todavía en esa época no se podía realizar este tipo de consultas vía internet, aparte no estaba familiarizado con las computadoras como ahora.
El final del ciclo escolar estaba por llegar, la escuela se encontraba preparando las últimas actividades, los profesores realizaron los últimos exámenes, nosotros los estudiantes debíamos devolver aquellos libros de texto que nos prestaron a inicio del ciclo escolar; pero sobre todo, esperar nuestra "sentencia", como acostumbro llamar a las calificaciones, siempre puntuales como un reloj, y eso era bueno porque me desprendía un gran peso de encima, en fin. De las siete materias que corría el riesgo de reprobar salvé tres, quedando únicamente cuatro por presentar en exámenes extraordinarios (en otro blog narraré con detalle mi vida en la secundaria y las materias que reprobé para no desviarme mucho), mi madre estuvo en desacuerdo con presentar dichos exámenes y su deseo (o castigo a imponer) era que repitiera el año, pero afortunadamente mi papá intercedió por mí y lo evitó, mi única intención en ese momento era huir cuanto antes de esa escuela y encerrarme en casa por mucho tiempo.
Después de dos semanas de reforzamiento previas al cierre del ciclo escolar y casi un mes de "vacaciones" realicé los cuatro exámenes extraordinarios, todos los aprobé "de panzazo", previo a esto fueron publicados los resultados del examen de admisión al bachillerato, mi madre a primera hora fue al puesto de periódicos más cercano para conseguir la famosa gaceta de resultados, la consulté de acuerdo a mi número de folio y no me asignaron ninguna de mis opciones, únicamente aparecían las letras "SC", que significan "sin certificado" y mi cantidad de aciertos que fueron 74, por lo que perdí mi derecho a ingresar a una institución de educación media superior y debía realizar el proceso de selección al año siguiente. Dos semanas después de iniciar el nuevo ciclo escolar recibí el certificado de secundaria, pero ya era demasiado tarde para hacer algo, por lo que mi madre, completamente encolerizada, decidió ingresarme en un curso de computación para mantenerme activo mientras una nueva convocatoria se publicaba.
Durante ese "año sabático" hubo un antes y un después en mi vida, mientras tomaba las clases de computación tuve un contacto bastante cercano con la música rock, ya desde antes escuchaba canciones aleatoriamente en la radio o en el transporte público, pero gracias a mi profesor de ese entonces y a la tecnología (me refiero al formato mp3) me hice de un repertorio de casi 500 canciones tanto en inglés como en español, generándome un interés por escribir canciones, tener mi banda de rock, tocar un instrumento musical y cantar en un escenario, lástima que los prejuicios de la gente me hicieron tomar lo anterior como un simple "sueño guajiro", que no llegaría a ningún lado como artista y, por lo tanto, tenía que estudiar como cualquier chavo "normal". Otro interés que había despertado durante la adolescencia fue por la actuación, no lo sé, fue algo que me cayó como rayo al igual que la música, siempre se me hizo divertido ponerte en la piel de equis personajes, sea héroe o villano, imitar alguna voz, portar equis vestuario, aprender a manejar tus emociones a voluntad, pero sobre todo, ser visto por muchísima gente para perder ese enorme pánico escénico como el que tenía al exponer algún tema de la escuela frente al grupo y al profesor.
Al transcurrir el año nuevamente realicé el trámite para ingresar al bachillerato, esta ocasión conté con el apoyo y compañía de mi papá; no obstante, seguía con la idea de evitar continuar mis estudios por miedo al bullying, ya no quería lidiar nuevamente con compañeros cretinos y conflictivos, seguía sintiéndome vulnerable, pero me sentía bastante presionado por mi madre porque quería verme estudiando a como diera lugar, así que continué con el proceso de registro tal como lo había realizado el año anterior, rondando nuevamente ese camino repleto de incertidumbre. Para asegurar un lugar elegí nuevamente opciones académicas de baja demanda, teniendo en primer lugar de la lista el CBTIS, en la especialidad de Electrónica, esto porque mi afición a los videojuegos en esa época era enorme, ingenuamente creí que al ser lo más cercano a la programación de videojuegos aprendería algo, además la escuela se ubicada a escasos veinte minutos de mi casa, así evitaría traslados tan largos si elegía otras instituciones, era un tiro seguro.
Con la misma despreocupación que el año pasado, fingía que estudiaba para el examen, estaba muy confiado en quedarme en la primera opción prácticamente con los ojos cerrados, jamás me había puesto a pensar si era una escuela acorde a mis aptitudes, si debía tomar otro camino y continuar disfrutando de los videojuegos como hasta ese momento: tomando el control del juego sin despegarme del televisor por un buen rato, o bien insertar una moneda de un peso eligiendo a mi equipo de tres peleadores predilectos para derrotar a otros equipos hasta llegar con el jefe final, seguí firme con mi decisión sin saber que, en cierta forma, era la opción equivocada. Realicé este segundo examen en una sede distinta a la del año anterior, en esa ocasión conté con la compañía de mi papá quien me llevó hasta dicho lugar, además que se ubicaba a media hora de su casa, tomamos el metro de la línea más profunda del sistema con rumbo a su terminal norte, caminamos el área del pulcro y bien ordenado paradero hasta donde se encontraba la institución donde se aplicó del examen, yo entré mientras mi papá me espero afuera, atravesé el patio, ingrese a un edificio cuyas escaleras se encontraban dentro de éste, entré a un salón del segundo piso, tomé mi asiento con una gran tranquilidad porque, a diferencia de la vez anterior, no había absolutamente nadie que me conociera, todos (o al menos la mayoría) de mis ex compañeros de secundaria ya se encontraban estudiando el bachillerato en ese entonces, no recibí la mirada penetrante de nadie, todos éramos unos completos desconocidos, por lo que realicé mi examen sin sobresaltos.
Posteriormente, al responder una vez más la cantidad de 120 preguntas en ese examen, entregué este último al aplicador, salí a la calle, me dirigí al lugar donde mi papá me estaba esperando y regresamos juntos a casa, ahora faltaba esperar de nuevo un par de meses a que volviera a publicarse la famosa gaceta de resultados y ver en cuál de mis opciones me había quedado. Días previos a la publicación de la gaceta tenía a mi madre respirándome en el cuello, presionándome con una desesperación tal que hacia verme como el responsable de imprimir un mínimo tiraje de ejemplares para no alguno, tan es así que me desperté más temprano lo normal en ese lluvioso y deprimente día para así ser de los primeros en la fila del puesto de periódicos más cercano, previo a esto mi papá y yo creamos un plan de emergencia para conseguir la gaceta gracias a que un viejo conocido suyo era dueño de un puesto de periódicos, lo cual funcionó porque visité varios sin éxito alguno. Al filo del mediodía mi papá estaba en mi casa con la gaceta en las manos y revisando mi número de folio me encontré con la sorpresa de haberme quedado en mi primera opción, solo que con dos aciertos menos a comparación del examen anterior, tal como había sospechado dada mi falta de interés en estudiar como se debe, luego le informé a mi madre de la noticia, pero su reacción más que de gusto fue de "al fin mi hijo estudiará el bachillerato", tal vez había en ella un conflicto entre su orgullo y el "qué dirán", aparte fue una época en la que ambos teníamos rencillas muy fuertes debido a mi algo rebelde conducta.
Una vez asegurado mi lugar en el CBTIS acudí con mi madre a conocer su ubicación, recorrimos media hora de distancia entre la casa y la escuela, justamente al llegar vimos en al entrada un anuncio sobre las inscripciones y el costo de la inscripción, mucho más caro que otras instituciones de educación media superior, si mal no recuerdo se pagaba semestralmente la cantidad de 650 pesos (aproximadamente 60 dólares de la época), mientras que en instituciones de la UNAM como Preparatorias y CCH las cuotas son voluntarias y en los Colegios de Bachilleres (de acuerdo al testimonio de un amigo egresado de esta última) la cuota semestral era de 125 pesos (unos 12 dólares de la época), pero ya estaba ahí y no podía echarme para atrás.
¿Cómo fue mi experiencia como estudiante en el CBTIS? Narraré esto con detalle en un blog aparte, pero de manera concreta, a mi parecer su nivel académico es bastante inferior, sobre todo en cuanto al área del físico matemáticas donde yo estuve, sentía que los profesores no se preocupaban por despertar el interés por la electrónica y las matemáticas a los alumnos, solamente impartían sus clases para desquitar sus sueldos (sumando a ciertos profesores que se ausentaban de manera constante), apenas aprendí a soldar e identificar componentes electrónicos, porque de ahí en fuera la teoría me fue bastante complicada, jamás entendí bien los temas de esas tristemente célebres ramas de las matemáticas como el álgebra o el cálculo, lo anterior sumado a mi adicción a los videojuegos y todas esas veces que me saltaba clases con mis camaradas pues, mi interés por la escuela era mínimo, como todo buen adolescente despreocupado por su futuro (o más bien, mi mente estaba repleta de sueños como la música y la actuación); y como cereza en el pastel, mi rendimiento escolar fue similar al de la secundaria, a pesar de existir menos materias en el plan de estudios y mis conflictos internos eran menores (no sufrí de bullying y me hice de camaradas), concluí el bachillerato con un promedio final de 7.3 jajajaja.
¿Qué sucedió después de recibir mi certificado de bachillerato? ¿A dónde me fui después de eso? Eso lo narraré en un próximo blog. Ojalá mis bloqueos mentales sean mínimos y me permitan publicar cosas más seguido, hay tanto que contar pero las ideas se desordenan cuando las plasmo en este espacio, así que ténganme paciencia por favor.
Una vez más agradezco a todos ustedes por tomarse el tiempo de leer cada una de mis aventuras esperando aportarles algo bueno en sus vidas. Sigan ayudándome a hacer crecer esta comunidad para crear contenido nuevo.
Saludos del poeta solitario en el tiempo
Rugal Bunbury
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